lunes, 29 de abril de 2013

Siempre hay un Solovei



Siempre hay un Solovei
Autor David Gómez Salas

Estaban frente a la enésima versión  
de Solovei Rakhmatich, el bandido. 
Mudos y acobardados,
como siempre habían vivido.

Sabían que aquel monstruo
mitad hombre y mitad pájaro, 
desde su nido,
mantenía bloqueado el camino
y mataba con estridente silbido:
al que no fingiera ser cretino,
al que no se dejara robar, 
y al que se atreviera cabalgar libre, 
por públicos caminos.

Mataba a los caminantes en el arroyo,
o los secuestraba a su nido.
Rodeado de su tropa de apoyo,
actuaba con ventaja, el bandido.

Los llevaba a un árbol negro y alto
que existe en el arroyo  Smorodinka.
Les provocaba  temores y  sobresaltos.
Algunas víctimas, imitaban a Ilya Muromets
para afrontar la pesadilla:
Se ponían amapolas de verdades en los oídos.
Y no se arrodillaban ante Solovei, por sus silbidos.

Pero la mayoría se acobardaba ante su pandilla.
Enésima versión de Solovei Rakhmatich
Enésima versión de cobardía

Enésima versión del cuento ruso, 
sin un Titán que detenga esa maldad.
Enésimo cuento de miedo, ficción y voracidad.

En el aire flotaba el desafío:
¿Quién se atreverá a cabalgar ese camino?



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