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Amor intenso y acelerado, sin freno alguno,
que los templados llaman amor de perdición.
Lava incandescente que dentro de mi ser, bulle;
y locura sublime que por mi ser, fluye.
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Mujer, motivo de mi gloria y devastación,
de mi fortaleza y rendición.
¿Qué más puedo pedir a Dios, que no sean tus excesos?
Sí me fascina tu piel y me magnetizan tus besos.
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