Autor David Gómez Salas
Un joven elefante que jugueteaba alegre
al sentirse cansado, se detuvo a reposar
atrás de un álamo plateado.
El árbol tenía más de cien mil de hojas
con envés blanco, que parecían espejos brillantes.
Y desde cierta ubicación, donde estaba un loro,
en cada hoja se reflejaba, el joven elefante.
El loro imaginó que los pequeños elefantes, que veía,
eran frutos del árbol. Pequeños y abundantes.
Así que voló hacia el árbol, con la intención
de alimentarse con aquellos elefantitos.
Pero al estar más cerca vio: miles de loritos
Dios mío ― dijo sorprendido
¡Mi árbol genealógico, he conocido!
POBRECITO! EN REALIDAD NO ERA INCULTO. SON LAS MALAS PASADAS QUE NOS JUEGA LA PERCEPCIÓN. LO QUE VEMOS A VECES NOS ENGAÑA. NO LO RETES!!! JAJAJA
ResponderEliminarLidy de linda sonrisa, en el momento de escribir este cuento, empecé con una vaca con falda morada jugando a las escondidas pero apareció el loro y cambié todo. Elefante por vaca y juego de escondidas por loro que se metió a la historia. Las cosas cambian repentinamente... Un abrazo
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